
El mayor error que podemos cometer como empresarios es el de creer que nuestras empresas son invulnerables a su entorno, da igual el sector en el que trabajemos, lo grande o pequeña que sea nuestra empresa, cuántos clientes tengamos o cuánto dinero en el banco, la única constante en la Historia es que toda empresa, por grande y fuerte que piense que es, es susceptible de desaparecer en un período muy corto de tiempo.
Eso es, exactamente lo que le paso a Kodak, una de las empresas más importantes del siglo XX.
Kodak fue fundada en 1888 y, durante un largo período de tiempo fue una de las marcas más valiosas de los Estados Unidos y, por extensión, del Mundo.

El sistema de negocio de Kodak era sólido, vendía máquinas de fotografía muy baratas, con un pequeño margen cuyo objetivo era promover que los usuarios hiciesen muchas fotografías ya que, su verdadero negocio era la venta de películas y su posterior revelado.
Su historia se alargó por unos 120 años, durante los cuales llegó a ser una potente compañía con 140.000 empleados directos y una cuota de mercado en EEUU del 90% en el sector de las películas fotográficas y el revelado.
Sin embargo, fueron incapaces de hacer la transición entre el mundo de la fotografía analógica y la digital lo que supuso su desaparición en apenas 7 años: en 2002 sus ventas iniciaron una vertiginosa caída de la que no pudieron recuperarse lo que hizo que en 2009 el imperio Kodak hubiese perdido toda su influencia e iniciase el camino a la bancarrota.
Y lo más curioso de todo es que la tecnología de la cámara digital que acabó con su imperio fue desarrollada en sus propios laboratorios, de hecho, Kodak creó el primer prototipo de cámara digital de la historia en 1975 y comercializó sus primeras cámaras digitales en la década de los noventa.
¿Cuál fue su principal error?, por un lado, pensar que eran invulnerables, demasiado grandes para “caer”, y, por otro, tratar de proteger su línea principal de negocio sin tener en cuenta cómo estaba evolucionando el mercado. Kodak conocía el potencial de la cámara digital, pero consideraba que su implantación iría en contra de su negocio principal: la venta y revelado de película fotográfica, por esta razón se resistía a invertir en esta nueva tecnología que ella misma había creado, sus movimientos fueron dubitativos, lentos y torpes y, para cuando quisieron reaccionar era ya demasiado tarde.
Pero ¿qué podemos nosotros aprender de la experiencia de Kodak?, desde mi punto de vista hay tres interesantes lecciones que no podemos dejar pasar:
1.- Una empresa es mucho más que sus productos y servicios
Aunque parezca paradójico, la empresa es mucho más que sus productos y servicios. Una empresa tiene una misión que cumplir, una razón de ser, y los productos y servicios que ofrece no son más que una herramienta para lograrlas, Kodak no entendió que su mercado era el de las personas que querían inmortalizar sus momentos felices y trato de defender sus productos a toda costa en vez de satisfacer las verdaderas necesidades de sus clientes.
Steve Jobs lo definió muy bien cuando en una entrevista declaró que cuando diseña un nuevo producto nunca tiene en cuenta si al hacerlo perjudicará a alguno de sus productos anteriores, por ejemplo, era evidente que el iPhone podía terminar con las ventas de iPod (en el momento en que lo dijo las ventas de iPod sostenían a la compañía)… la razón que dio es que si no lo hacía él otro lo haría, por lo que obligaba a sus líneas de negocio a evolucionar y encontrar nuevas formas de aportar valor a los clientes y sobrevivir o, por el contrario, a desaparecer y ser sustituidas por otros productos y servicios mejores desarrollados por su compañía.
2.- Nunca debes dejar de vigilar cómo evoluciona tu entorno
Las empresas no son islas, no podemos caer en la prepotencia de que nuestros clientes tienen que comprarnos lo que produzcamos, porque no es así… la tecnología, las necesidades, gustos y preferencias de nuestros clientes están en continua evolución, y debemos ser capaces de prever hacia dónde debemos dirigirnos para evitar quedarnos anticuados.
Un ejemplo de este tipo de adaptación es el de IBM, una compañía tecnológica con más de 140 años de antigüedad que sigue tan fuerte como el primer día. Desde su creación lo han tenido claro, su misión es la de proporcionar soluciones tecnológicas a las empresas, por esa razón sus productos y servicios han evolucionado en estos años desde la fabricación de balanzas para la industria de la alimentación, en sus inicios, hasta el desarrollo de proyectos de inteligencia artificial y ordenados cuánticos, en la actualidad.
3.- y, sobre todo, no tengas miedo a cambiar
Si todo cambia a tu alrededor, no tengas miedo a hacerlo tú… dicho de una manera suave, o cambias con el mundo o el mundo te cambiará a ti ya que, si te resistes al cambio lo único que lograrás es que tu empresa desaparezca.
Esto no significa estar en un perpetuo estado de revolución, sino, más bien estar en estado de evolución constante, muchas veces un producto o servicio puede readaptarse con pequeñas variaciones, como añadir un servicio postventa on-line, o con una nueva visión de los canales de venta.
Hace unos años, en pleno ascenso de Amazon, un pequeño emprendedor decidió que vendería zapatos por internet de forma independiente, algo impensable ya que todos le decían que nadie compraría zapatos sin poder probárselos, la solución que dio fue fácil e impecable, podías pedir cuantos zapatos quisieras y devolverlos gratuitamente, así el consumidor podía probárselos y, si no le quedaban bien, devolverlos… actualmente Zappos es un verdadero imperio de la venta on-line.
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